En esta obra de mediano formato, Antonio del Castillo se presenta con nuevo manejo de la pincelada. La escena representa a Cristo muerto yacente en primer término acompañado por tres ángeles que lloran su muerte. Es una emotiva escena en la que dolor de los ángeles se ha plasmado a través de la propia pincelada suelta y desgarrada. Representa el cambio de estilo experimentado por el maestro en su etapa final, abandonando la monumentalidad y el ajustado dibujo por el color y la expresividad.