Francesco Simonini nació en la provincia de Parma en 1686. Fue discípulo de Pier Ilario Spolverini (1657-1734), de quien adquirió el gusto por la representación de temas bélicos, ceremonias y retratos de héroe que debían estar en un lugar destacado y con mayor luminosidad. De manera especial, utilizaba en sus escenas combatientes aturdidos entre el polvo y las balas, elementos psicológicos que le dan mayor dramatismo a las piezas. El lugar adecuado para la pintura de batallas son las galerías de los príncipes, afirmó el investigador José Priego Fernández del Campo (1972-2007).
El artista tuvo varios encargos de personajes de la aristocracia. También incursionó en la técnica del fresco con escenas rurales; muestra de esta etapa son los diseños de la Villa Pisani al sur del Véneto.
En esta serie de ocho cuadros las figuras se ven alargadas y solemnes. El maestro pone importante esmero al detallar las prendas y actitudes de los personajes, sin olvidar el protagonismo de los caballos; distintas formas de montar, apearse o ser asistido; aborda los usos y costumbres de aquella sociedad barroca que gustó sobremanera de los retratos ecuestres. En el fondo, los paisajes arquitectónicos unen la tierra y el cielo. Algunos caballeros son los derrotados, mientras que los mariscales se muestran altivos y victoriosos. Estas escenas las pudo haber tomado en los viajes por el imperio germano que realizó a lado del conde Johann Matthias von Schulenburg (1661-1747), a quien pintó en innumerables ocasiones.
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