Fray José María Jiménez

José María Estrada estudió en la Escuela de Bellas Artes de Guadalajara. Su pintura conjuga elementos populares y de la tradición virreinal –como cartelas o personajes acompañados de objetos–, con aquellos de su formación académica, y otros rasgos que adquirió de su maestro Uriarte.
La familia Asensio Sánchez Leñero encargó el retrato de fray José María Jiménez, en homenaje póstumo al ejemplarísimo religioso y misionero infatigable que describe la cartela. Como afirmó el investigador Guillermo Tovar de Teresa (1956- 2013), el personaje estuvo encargado de realizar o reparar arañas de cristal cortado. Las pinzas, el alambre, los cristales facetados y las cuentas de diseño floral indican su trabajo. La inscripción es un homenaje por el logrado trabajo del fraile: [...] tuvo especial empeño en el decoro y ornato de la casa de Dios.
La iglesia en la que trabajó fue la de Zapopan, Jalisco, dado que la inscripción indica que se ordenó en el Colegio Apostólico de Propaganda Fide en dicha ciudad. El destino del convento franciscano de Zapopan durante el siglo XIX sería afectado por los acontecimientos bélicos que ponían en riesgo su conservación y disposiciones legales para destinarlo a usos no religiosos. El trabajo de José María Jiménez para cuidarlo aún se reconocería en 1861, cuando el gobierno civil autorizó la reapertura de la iglesia para ejercer el culto. Inmaculada Rodríguez Moya, historiadora de arte, menciona que en la obra de Museo Soumaya: Se ve una clara mejoría en el pincel del retratista, domina mejor los volúmenes [...].
Estrada fue un espléndido cronista visual de la sociedad jalisciense del siglo XIX, y uno de los mejores retratistas del México independiente. Fue uno de los pintores más importantes de las escuelas regionales. Esta pieza formó parte de la colección del crítico de arte don Gonzalo Obregón (1916-1977).