Había una vez una chica llamada Agua, ella vivía en el fondo del mar. Agua era libre y nadaba por todos los océanos, le encantaba jugar con los peces y ver pasar las pequeñas embarcaciones en la lejana superficie del mar. Un día Agua se dio cuenta de que cada vez tenía menos espacio para nadar y cada vez los pequeños barcos se encontraban más y más cerca de ella, fue entonces que descubrió como el nivel de su arrecife era más bajo. Así pasaron los días hasta que Agua ya no se pudo mover porque ya no tenía espacio, triste y asustada se acurruco para que los barcos no notaran su presencia. Así paso el tiempo, los barcos cada vez eran más constantes, y las personas que en ellos viajaban comenzaron a habitar el cuerpo de Agua, pues descubrieron que ahí crecía un hermoso pastizal y unas preciosas flores, las personas eran felices viviendo a pesar de que su vida era la muerte para Agua. Ahora Agua se encuentra gravemente enferma, ya no sonríe, cree que le queda poco tiempo, a pesar de ello ella conserva el deseo y la esperanza de seguir viva, de volver a ser feliz. Agua cree en los humanos, ella tiene fé en que ellos se darán cuenta de que la están matando y cambiaran antes que sea demasiado tarde.