La obra se encuentra enmarcada con dos figuras animales y formas geométricas que remiten tanto al arte prehispánico como a la técnica tradicional mexicana de La Talavera (formas planas y lineales en blanco y azul). Dentro de este marco hay dos personajes, una anciana y un niño, ambos indígenas y con gesto muy risueño, la abuela se encuentra ataviada con un colorido traje ceremonial mientras que el niño, lleva el rostro pintado y accesorios ceremoniales tribales. Esta escena muestra un momento trascendental donde la abuela le entrega a su nieto una máscara -o casco con plumas- con forma de un rostro animal, dicha máscara se encuentra dotada de ciertos poderes; la anciana le ha entregado a su nieto su sabiduría, su legado y el descubrimiento de la conexión con su propio espíritu y su poder -que es manifestado en un animal-. La anciana representa la sabiduría de los pueblos originarios y de las viejas generaciones, el niño, nos representa tanto a nosotros como a las generaciones futuras, el acto de la entrega representa el regalo de la sabiduría de nuestros antepasados indígenas y cómo está regresando a nosotros mediante las ceremonias y la conexión con la naturaleza y los ancestros. El hecho de que sean hombre y mujer representa la dualidad de todas las cosas y alude a ambos géneros, remarca también la dualidad -vejez/juventud- como puntas opuestas de un mismo ciclo.
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