Iberian lion

León ibérico considerado una de las esculturas más hermosas del arte íbero. Procede de la localidad de Nueva Carteya (Córdoba). Presenta el hieratismo y frontalidad del arte ibérico. Representa una figura zoomorfa, que se ha identificado con un león, tumbado sobre sus patas, con las fauces abiertas en actitud amenazante. Desprovista de la mandíbula inferior, ha sido restaurada parte de la cara y junto a ambas garras delanteras y las nalgas. El trazado de la melena, de forma esquemática, recuerda los dibujos de los vasos ibéricos. Los colmillos, boca, lengua y ojos tienen mucho parecido con los de sus congéneres de Mesopotamia. Las orejas están replegadas hacia atrás y trazadas en dibujo geométrico de gran belleza. Descansa sobre una especie de plinto sobre las garras delanteras, pero en las traseras se confunde el plinto con las patas. La cola queda recogida entre ambas patas y deposita su extremo sobre la pata izquierda. La cabeza mira al frente y tiene las fauces entreabiertas. Los dientes, a excepción de los caninos que son apuntados, son cúbicos y están divididos en dos cuerpos. La lengua cae sobre la mandíbula inferior. Los labios se representan por medio de tres resaltes paralelos que se unen en el vértice del hocico. El tabique nasal está resaltado respecto a la zona facial. Los ojos son ovalados, con párpados indicados y lacrimal representado por un motivo pseudo-vegetal cubierto de incisiones oblicuas. La funcionalidad de esta pieza se vincula a una larga tradición de origen oriental, donde tanto el toro como el león son símbolos apotropaicos, guardianes del orden y defensores de un espacio sagrado. La pieza puede datarse en torno al 450 a.n.e.