En 1900, el pintor español Joaquín Sorolla y Bastida —reconocido por la pintura de retratos, paisajes y obras monumentales de temas sociales— fue premiado con el Grand Prix en la Exposición Universal de París. El siglo XX lo acogió reconociendo su indiscutible talento para interpretar los efectos de la luz y representar a las personas. Fue su perspectiva realista sobre el costumbrismo burgués lo que le sirvió para alcanzar renombre.
Esta obra exhibe una inscripción en manuscrito con tinta sobre la tela que dice “Retrato original de la célebre cantante Adelina Patti”. Patti fue una soprano española de familia italiana, paradigma de la prima donna, considerada la diva más influyente de su época. Dado que en 1903 Adelina Patti tenía 60 años, y la mujer de la pintura no aparenta esta edad, se infiere que se trata de un retrato tomado de una fotografía. La obra es un ejemplo de la maestría con la que el artista discernía y ejecutaba la impronta de los personajes que retrataba.
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