La identificación de los personajes de estos fragmentos de retablo ayuda a ubicar su procedencia y datación. Se trata, por un lado, de dos mártires romanos que murieron en la ciudad de Calahorra, limítrofe entre Navarra, Aragón y Castilla, donde se extendió particularmente su devoción.
Luego, las oleadas de peste que azotaron Aragón en 1497 y 1507 hicieron que se popularizara la devoción a San Roque que, según la leyenda, habría contraído la enfermedad siendo curado por un perro de nombre Melampo, con quien aparece representado en esta pintura.