Prilidiano Pueyrredón, quien fue el más significativo retratista de mediados del siglo XIX –por sus lienzos y pinceles pasó toda la sociedad argentina de la época-, también pintó un destacado conjunto de cuadros en los que aparecen la pulpería, los trabajos de las estancias, el gaucho, las carretas, la costa de San Isidro y los ombúes.
El alto de San Isidro, un óleo pintado en 1865 muestra un ancho camino por el que transita una jardinera de dos ruedas. A la derecha se alza un ombú de grandes proporciones. A la derecha se ven las casas de una estancia rodeadas por la arboleda y algunos vacunos. El cielo está pintado con azul, gris y ocre; algunos rayos del sol pasan por una abertura de las nubes y caen sobre el campo. La utilización de un horizonte bajo genera un cielo amplio que le permite marcar la extensión de la llanura bonaerense. La horizontalidad preeminente en la composición es interrumpida sólo por una dirección vertical dada por el ombú.