Artista multifacética, Loló Soldevilla fue pintora, escultora, música y escritora, además de una incansable promotora del arte cubano. De joven estudió canto y violín, y en 1934 fundó una orquesta íntegramente formada por mujeres. En su vida fue constante el com- promiso con las causas políticas y de género. En 1949 se instaló en París como agregada cultural cubana. Allí, en la Ciudad Luz, comenzó a tomar clases de escultura con Léopold Kretz y Ossip Zadkine y a pintar a instancias de su amigo Wifredo Lam. Su vida cosmopolita le permitió entrar en contacto con una gran cantidad de artistas, y fue una partícipe activa de la escena abstracta internacional. En sus pinturas y collages va y viene sin conflicto de la figuración a la abstracción. Lejos de las rigideces, sus obras geométricas conservan una profunda libertad creativa. Esta pieza sin título resulta un claro ejemplo de su producción no figurativa: sencilla, vital y lúdica. Realizada en 1955, cuando Soldevilla todavía vivía en París, sus formas básicas recuerdan las piezas del dominó, un juego típico en su país natal. De regreso en La Habana en 1956, continuó promoviendo el arte y las búsque- das abstractas desde su propio espacio, la galería Color-Luz.