El México de 1860 que rechazó a Maximiliano de Habsburgo, aceptó con gentileza la moda francesa; tuvo su manera para promover la imagen monárquica. Así, un sinnúmero de alhajas y ropas sirvieron de aderezo al gobierno en estas tierras.
Este vestido de calle es característico del Segundo Imperio: sobrefalda, enorme crinolina y cintura angosta; la crinolina moderada se introdujo a mediados del siglo XIX. Está elaborado en muaré de seda, un tipo de tela gruesa y fuerte cuyo patrón recrea ondas de agua. Fue bordado con hilo de seda dorada y aplicaciones de pasamanería que forman grandes moños a lo largo del textil; el cuello y los puños están rematados con encaje de bolillo. Un lujoso y elegante atuendo para recibir a invitados especiales o para realizar una visita de cortesía.