El viaje de Magallanes y la visión del "otro"

Explora otras realidades culturales a través del diario de Antonio Pigafetta, cronista de este primer viaje alrededor del mundo.

De Museo de América

Museo de América

Vista del puerto de Sevilla (ca. 1600)Museo de América

La primera expedición que dio la vuelta al mundo, capitaneada por Fernando de Magallanes, partió el 20 de agosto de 1519 del puerto de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz, España), pues las grandes embarcaciones no podían remontar el río Guadalquivir hasta la ciudad de Sevilla debido a las barras de arena formadas en su desembocadura.

La procedencia de la tripulación de esta expedición, entre los que se encontraba el italiano Pigafetta, fue de lo más variada. Pero sólo estuvo integrada por hombres puesto que el acceso de las mujeres como tripulación estaba vedado para evitar posibles revueltas.

Árbol de la canela (1789/1794) de José GuioMuseo de América

… para marchar tras el descubrimiento de las especias en la isla de Maluco…

El objetivo del viaje era alcanzar las islas de la Especería, hoy islas Molucas.

Las especias se utilizaban para adobar carnes y pescados, potenciando sabores o camuflando otros derivados de las condiciones de conservación. La búsqueda de las especias continuó en los siglos siguientes.

En la imagen podemos ver un dibujo del Ishpingo o árbol de la canela. En este caso se trata de una variante amazónica de la canela, de la que no se utiliza la corteza, como en la asiática, sino los cálices, aquí representados.

Especiero (pimentero) (1600/1622) de MRMuseo de América

Algunos de los condimentos más demandados eran el clavo de olor, la pimienta, la nuez moscada o la canela, con los que se aromatizaban suculentas comidas o deliciosas bebidas.

Este especiero de plata fue hallado en el pecio Nuestra Señora de Atocha, hundido frente a las costas de Florida en 1622. Corresponde a la tipología denominada “de torrecilla” por estar formado por diferentes elementos que se sobreponen uno sobre otro, siendo este pimentero en forma de cúpula el que remataba todo el conjunto.

Guacamayo (Ara macao) (ca. 1942)Museo de América

La exótica naturaleza

El conocimiento del medio natural y la utilización de los recursos están presentes a lo largo de todo el diario de Pigafetta, pues el objetivo del viaje consistía en localizar valiosos productos naturales (especias) para su comercialización.

Valva de Tridacna gigasMuseo de América

La carne de estos dos moluscos llegó a pesar, respectivamente, veintiséis libras y cuarenta y cuatro [más de 11,7 y casi 20 kilos].

Algunas especies, hasta entonces poco conocidas, sorprenden por su gigantesco tamaño, como estas conchas del Pacífico, que comenzaron a utilizarse en España como pilas para el agua bendita, a la entrada de las iglesias.

Guacamayo (Ara macao) (ca. 1942)Museo de América

Los expedicionarios intercambiaban diversos objetos por comida, animales vivos u otros productos. En Brasil se interesaron por los guacamayos (Ara sp.) y los “gatos maimones”, una especie de mono tití (Leontopithecus rosalia).

Este tipo de animales exóticos se convirtieron en apreciadas mascotas en Europa que reflejaban el estatus de su propietario. Son diversos los retratos, especialmente de mujeres y niños, junto a estos animales, como el de Isabel Clara Eugenia con Magdalena Ruiz, de Alonso Sánchez Coello en el Museo Nacional del Prado.

Cesta (Siglo XX) de KayapóMuseo de América

Visiones en torno al mundo indígena

El encuentro entre sociedades que no habían tenido contacto previo supuso un enorme impacto tanto para los expedicionarios como para las "otras" culturas.

Habitantes de las riberas del Río Napo (1789/1794)Museo de América

Visiones en torno al mundo indígena de América

…Esta gente se pinta a maravilla todo el cuerpo y el rostro con fuego y de distintas maneras…

La apariencia corporal de las comunidades amazónicas generó admiración entre los europeos. Estas sociedades utilizaban pintura para cubrir total o parcialmente el cuerpo.

Los diseños no tenían una finalidad estética, eran más bien la expresión de pertenencia a un grupo concreto o bien ofrecían protección contra la influencia de los espíritus.

Canoa (1862/1865)Museo de América

Poseen barcas de una sola pieza -de un tronco afilado con utensilios de piedra-, llamadas "canoas".

Las tribus que viven en las riberas de la cuenca amazónica mantienen una relación estrecha con el río; es la principal vía de comunicación, parte fundamental de sus creencias y fuente esencial de los recursos económicos.

El desplazamiento más eficiente por el río se realiza en canoa, tradicionalmente algunos grupos ahuecaban el árbol con ayuda de fuego o piedras calientes y, ante la carencia de metal, excavaban el interior con herramientas de piedra.

Cesta (Siglo XX) de KayapóMuseo de América

Ellas trabajan y cargan con toda la comida en unas mochilas de mimbre, o bien en canéforas sobre la cabeza o a la cabeza atadas.

Los expedicionarios percibieron como las tribus amazónicas organizaban una división del trabajo en función del género y de la edad. Las mujeres invertían gran parte del día en tareas de recolección. Y, para dejar sus manos libres, llevaban los alimentos recogidos en cestos de fibra vegetal que podían colocarse sobre la espalda, pero sujetos por medio de una cinta a la frente.

Arco (1867) de Ona (selk´nam)Museo de América

Dentro de la división de tareas por género, los hombres de los grupos que habitaban la región de la Patagonia se dedicaban fundamentalmente a la caza del guanaco (Lama guanicoe).

Además de la carne, reutilizaban pieles y tendones para indumentaria o herramientas. El guanaco era una especie desconocida en Europa, por lo que Pigafetta recurre a la comparación con otros animales para describirlo: cuerpo y cuello largos como un camello, patas de cérvido y cola de caballo cuyo relincho, según el autor, imita.

Hombre de la isla de Guam (1789/1794) de Juan RavenetMuseo de América

Visiones en torno al mundo indígena del Pacífico

Tras casi cien días de travesía por el Pacífico y con necesidad urgente de avituallarse, tuvieron un breve encuentro con los habitantes de la isla de Guam, a la que bautizaron como isla de los Ladrones, por el robo que sufrieron del esquife de uno de los barcos.

La ausencia del sentido de propiedad privada en estas comunidades indígenas provocó un inesperado choque de mentalidades. El comportamiento de estos diestros navegantes no fue comprendido por los expedicionarios y fue violentamente repelido hasta lograr recuperar la preciada pieza de la embarcación.

Peineta (Helu) (1775/1880) de TongaMuseo de América

Estas peinetas son uno de los escasos elementos de adorno personal que llevan en la cabeza las mujeres en algunas sociedades polinesias como Tonga. Son piezas delicadas realizadas con varillas muy delgadas obtenidas de los nervios centrales de la hoja de palma de coco, unidas entre sí mediante fibra vegetal trenzada formando diseños geométricos.

Tras el contacto con los occidentales algunos elementos de la cultura material cambiaron de significado, pasando del uso común a ser considerados un símbolo de elevado estatus social.

Mujer del grupo aeta o "negritos" de los montes de Manila (Siglo XVIII) de Juan RavenetMuseo de América

Visiones en torno al mundo indígena de Asia

El recorrido por las innumerables islas permitió a los expedicionarios reconocer la enorme diversidad étnica del archipiélago filipino que estaba poblado por grupos culturales con lenguas, costumbres y apariencia física muy distintas entre sí.

Algunas sociedades, como los aeta, muestran la piel oscura por lo que fueron denominados “negritos”. Este retrato femenino recoge con estudiada delicadeza algunas características de la población de la cordillera montañosa de Manila.

Brazalete (Siglo XIX) de KalingaMuseo de América

En muchas sociedades de Oceanía e Indonesia, el cerdo era uno de los animales más apreciados, utilizado como elemento de prestigio en los intercambios.

Los colmillos de jabalí fueron muy valorados especialmente por los varones; podían emplearlos formando brazaletes, como en este caso, pero también en colgantes o incluso a modo de adorno nasal.

Entre las tribus del norte de la Isla de Luzón las defensas de estos animales se consideraban un símbolo de abundancia y fuerza.

Escudo (kalasag) (Siglo XIX) de BagoboMuseo de América

Las distintas maneras de relacionarse

Aunque se buscaba preferentemente el establecimiento de un intercambio comercial, los contactos con otras poblaciones, en ocasiones, generaron tensiones, conflictos y enfrentamientos.

Espejo (Siglo XVIII)Museo de América

Relaciones comerciales

Todos nuestros espejos se habían roto y los pocos buenos los quiso el rey [Rey Tadore, de las Molucas].

El sistema económico se basaba en el trueque. Los expedicionarios ofrecían objetos de hierro, cuchillos, tijeras, telas de paño, peines, cascabeles, cuentas de vidrio y sobre todo espejos, todos ellos considerados bujerías o baratijas.

Obviamente, los intercambios se establecían teniendo como base precisamente la diferencia en el criterio de valoración de los materiales, por lo que cada parte consideraba que obtenía un intercambio ventajoso.

Cargador de Manila (1789/1794) de Juan RavenetMuseo de América

El puerto de Manila se convertiría tras la llegada de los españoles en uno de los centros de actividad comercial más importantes del mundo.

A cambio de plata, procedente de las minas americanas, se obtuvieron codiciados productos asiáticos que tenían como destino las residencias de nobles y burgueses de América o Europa.

La presencia en Manila de numerosos comerciantes chinos o sangleyes (aquellos que venían a comerciar) fue esencial para potenciar el desarrollo económico y favorecer el necesario flujo de mercancías con la potencia asiática.

Tocado (Aheto) (ca. 1993) de KarajáMuseo de América

El proceso de "otrificación"

Abríganse con vestiduras de plumas de papagayo, con ruedas grandes en el culo hechas con las plumas más largas; cosa ridícula.

Las culturas amazónicas emplean plumas de distintas aves para realizar tocados, brazaletes o faldellines, elementos utilizados en ceremonias especiales no siempre comprendidas ni valoradas por las culturas occidentales.

Los objetos de plumaria no fueron tenidos en alta consideración por los expedicionarios; la categorización de las sociedades en función de la complejidad de la cultura material marcaba la relación que se establecía con ellas, llegando a servir como criterio de legitimación de la dominación.

Espada (Cris) (Siglo XIX) de Moros de MindanaoMuseo de América

A todo lo largo de este viaje de vuelta al mundo, se establecieron contactos con diversas poblaciones con las que iban variando los tipos de relación o de intercambio de bienes.

En el texto se va justificando el “distanciamiento” con relación a estos grupos, convirtiéndolos en “otros” a causa de su religión -“moros” y paganos o gentiles-, su indumentaria, su economía, su modo de vida o, incluso, su tamaño -gigantes patagones-.

Esta espada, fabricada por los “moros” de Mindanao, denominada kalis tulid, es un distintivo de poder y prestigio del jefe, utilizado tanto en la batalla como en parada.

Figura (bulol) (Siglo XIX) de IfugaoMuseo de América

Los expedicionarios observaron las creencias de las culturas que encontraron a lo largo de su travesía, pero en la mayoría de las ocasiones fueron rechazadas como idolatrías y sus representaciones quemadas.

Este tipo de esculturas antropomorfas de la cultura Ifugao, realizadas en madera, representan a los espíritus de los ancestros, guardianes de los graneros y de las casas, e invocan la protección de cosechas, salud y prosperidad.

Escudo (kalasag) (Siglo XIX) de BagoboMuseo de América

Conflictos y enfrentamientos

Las armas eran objetos muy preciados por los expedicionarios occidentales cuando establecían contacto con otras culturas. A través de ellas, se perfilaba una escala de valores entre sociedades y se estimaban las potenciales relaciones que podían mantenerse entre ambas partes.

Escudos de madera similares a éstos (kalasag) pudieron ser utilizados por los indígenas que se enfrentaron a Magallanes en la isla de Mactán y que terminó con la muerte del capitán. En el perímetro de los antiguos kalasag se embutía pelo de los enemigos vencidos para apropiarse de su fuerza y valor.

Lanza (Siglo XIX) de Malayo-filipinoMuseo de América

El arco y las flechas de punta envenenada eran armas habituales entre las comunidades indígenas filipinas y, precisamente, este tipo de armamento causó la muerte del propio Fernando de Magallanes.

En las comunidades musulmanas de Mindanao -llamados moros- la lanza, junto al escudo, era el complemento esencial en el enfrentamiento interpersonal.

Solían emplear lanzas compuestas por hoja metálica de forma lanceolada, que podía estar rematada con aletas alargadas, y astil elaborado con una gruesa caña de bambú o madera.

Morrión (Siglo XIX) de Moros de MindanaoMuseo de América

Los filipinos tenían sus propias panoplias pero también fueron adaptando nuevas armas tras el influjo europeo. Por ejemplo, este casco de bronce muestra una tipología similar al morrión hispano característico de la segunda mitad del siglo XVI, al que imita, pero se trata de una versión realizada por los “moros” de Filipinas.

Las “diferencias” que los expedicionarios encuentran con otras poblaciones sirven como excusa para la interacción violenta que se materializa en asaltos, batallas e incluso el secuestro de hombres y mujeres considerados “otros” diferentes.

Hamaca (1862/1865)Museo de América

Influencias culturales

El contacto con los distintos grupos generó la adopción, por ambas partes, de nuevas costumbres o el uso de objetos hasta entonces desconocidos.

Algunas comunidades amazónicas con una forma de vida nómada o seminómada requerían utensilios ligeros y fácilmente transportables. La hamaca es una red liviana realizada en fibra vegetal que, sujeta por sus extremos a dos postes robustos, evita el contacto con el suelo durante el descanso.

La posición del cuerpo sobre la hamaca evita puntos de presión, favorece el retorno venoso, lo que unido a la relajación por el suave balanceo y la sensación de ingravidez ha favorecido la difusión de estos enseres a otras culturas de entornos cálidos o de elevada humedad.

Pelea de gallos (1789/1794) de Tomás de SuríaMuseo de América

Poseen gallos grandes, domésticos, que no comen por una veneración muy particular: aunque suelen hacerlos reñir entre sí…

La gallina no es originaria de América, por lo que sorprende que se describan estas aves domésticas desde fechas muy tempranas. En Brasil, seguramente, la cría de la gallina europea se había ido difundiendo entre grupos indígenas desde las Antillas.

Pero, otra vía de entrada de esas aves a América fue a través del Pacífico, desde Asia y Polinesia, donde se criaban gallinas de plumajes blancos con fines rituales y, en algunos casos, para peleas de gallos, tradición que se trasladó a México.

Créditos: reportaje

Comisariado y textos: Beatriz Robledo Sanz, Andrés Gutiérrez Usillos

Coordinación: Susana Alcalde Amieva

Fotografía: Joaquin Otero, Gonzalo Cases

Museo de América

Esta exposición forma parte del proyecto "La primera vuelta al mundo".

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En algunos casos, el reportaje destacado es obra de un tercero independiente y no siempre representa los puntos de vista de las instituciones indicadas a continuación, que son las que han proporcionado el contenido.
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