Miquel García Membrado (1975) Un tocadiscos de los años setenta, que hace girar un vinilo a más revoluciones por minuto que las idóneas, se escucha la voz de Fidel Castro, que se percibe metálica, parecida a la de muchos oradores y dictadoeres de diferentes ideologías políticas del siglo xx. La voz distorsionada (revolucionada) no solamente incorpora una relación semántica, sino que tiene corporeidad, presencia objetual y ocupa un espacio enmarcado por los dos altavoces que, como torres de vigilancia, cuidan del lugar. Completa el conjunto la tapa del disco que se registró con el discurso. Consigue crear una obra que necesita la presencia del espectador para encauzar un proceso para continuar cuestionando el poder establecido y los mecanismos mediáticos que utiliza. Evidentemente, el arte también es uno de estos medios. Como dice su autor: “Me intereso por el potencial ficcional de los documentos, que descoloca su importancia y los recontextualiza convirtiendo mis propuestas en estrategias activistas en clave micropolítica. 37.º premio Julio Antonio de escultura, Biennal d’Art 2014
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