La realización de series es uno de los rasgos que define la producción de Manuel Ángeles Ortiz en su etapa de madurez. Constituyen una dinámica de trabajo que, además del componente puramente artístico, suponen un ejercicio intelectual, pues no se trata de la mera repetición sistemática de un mismo tema sino de variaciones o interpretaciones que son fruto de la reflexión, de acercamientos desde posturas diferentes. Elegido el asunto, el artista comienza un proceso de investigación y experimentación. Lo analiza desde diversos puntos de vista, estudiando las posibilidades y variantes. Unas veces serán los efectos de la luz que cambia según la hora del día y la época del año alterando la percepción de los colores, otras será un ángulo de visión diferente y otras serán los resultados que se obtienen utilizando materiales y procedimientos distintos, de ahí que algunas de sus series abarquen técnicas tan variadas como la pintura, el dibujo, el grabado, el collage y la cerámica. Ángeles Ortiz solía insistir sobre una serie hasta creer que la había agotado. No obstante, en ocasiones las vuelve a retomar pasado un tiempo, por lo que algunas abarcan periodos de varios años e incluso décadas.Esta pintura forma parte de la serie Viñas detrás de una alambrada realizada a mediados de los años 50. Con el alambre de espino crea una cuadrícula con la que compartimenta el espacio pictórico. En esta red va insertando racimos de uvas apenas insinuados con rápidos trazos de pincel. Alguna vez el artista se refería a esta serie como recuerdos de su paso por el campo de concentración francés de Argelés-sur-Mer, en el que fue recluido en 1939 al iniciar su exilio tras la Guerra Civil española y del que salió gracias a la intervención de su amigo Picasso.Esta amistad se remonta a 1922, año en que realiza su primer viaje a París, llevando consigo una carta de presentación del músico Manuel de Falla. Desde entonces mantendrán una estrecha relación de amistad, solamente interrumpida por los periodos en que Ortiz retorna temporalmente a España, o durante su exilio de ocho años en Argentina. Especialmente fructíferas fueron las repetidas estancias en la localidad francesa de Vallauris, donde Ángeles Ortiz como otros artistas pasaban el periodo veraniego cerca de Picasso.Viñas detrás de una alambrada además de evocar una vivencia dramática tiene un contrapunto amable, quizás relacionado con los veranos de Vallauris. Una especie de reflejo de la dualidad de la propia existencia: el lado amargo, representado por la alambrada de espino y la franja roja del borde inferior, y el lado amable representando por la vegetación y los frutos que hay tras ella, separados ambos por una débil barrera.
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