Junto con su esposa, la pintora francesa Alice Rahon, y su mecenas, la fotógrafa suiza Eva Sulzer, el artista realizó en 1939 un viaje por la Columbia Británica y Alaska. En ese mismo año llegó a México.
Esta pintura representa una concha marina horadada por el mar.
A la figura central de la composición la rodean largas pinceladas que trazan ondas envolventes, muy dinámicas. La obra supone un claro ejemplo del cambio de orientación temática de acuerdo con una de sus tesis centrales: conjugar la ciencia con el arte desde el poder de la imaginación.
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