A partir de la segunda mitad del siglo XII se popularizó en toda Cataluña el culto a la Virgen gracias en gran parte a la devoción mariana impulsada por los monjes del Císter. Este frontal, igual que la imagen de la Virgen (MEV 74) expuesta a su lado, procede del santuario de Santa Maria del Coll en el que hacia el año 1180 se estableció un priorato benedictino que dependía de la abadía de Amer. Este nuevo protagonismo de la figura de la Virgen se puede apreciar en este frontal en el que la Virgen no tiene al Niño en medio del regazo haciendo las funciones de trono propio del románico pleno, sino que el Niño Jesús está situado sobre una rodilla, tal como será muy habitual en el nuevo arte gótico. María, coronada y con la flor de lis en la mano, símbolo de la realeza, está dentro de la mandorla rodeada de los símbolos de los cuatro evangelistas: Mateo, Juan, Marcos y Lucas. En los compartimentos laterales hay escenas relacionadas con la vida de la infancia de Jesús y de la Virgen María: la Anunciación, el Nacimiento, la Presentación en el templo, el Tránsito y la Asunción de María al cielo. El paralelismo estilístico de este frontal con la miniatura de un calvario de un manuscrito de la segunda mitad del siglo XII realizado en el "scriptorium" de la Catedral de Vic permite atribuir la realización de este frontal a un taller establecido en Vic en esta época.