Si bien este frontal fue recogido en 1889 de la iglesia parroquial de Sant Pere de Ripoll, es probable que formara parte del mobiliario litúrgico del monasterio de Ripoll, que había sufrido un saqueo en 1835. Es uno de los frontales de altar románicos catalanes que mejor representan la tipología de los que se hacían imitando los frontales de platería y piedras preciosas destinados a las catedrales y a los grandes monasterios. En el centro está la figura del Cristo pantocrátor dentro de la mandorla sentado con el libro abierto con las letras alfa y omega, símbolos del principio y el fin del mundo. Originariamente estaba rodeado de los símbolos de los cuatro evangelistas, hoy perdidos. En los compartimentos laterales estaban las esculturas de los doce apóstoles de los que actualmente se conservan sólo cuatro: san Andrés, que lleva el libro con la inscripción «S.Andreas»; san Pedro, con las llaves y la inscripción «S.Petrus»; san Matías, con el libro y la inscripción «S.Mathias», y san Judas, que también lleva el libro con la inscripción «S.Iudas». Seguramente es una obra contemporánea de la portalada del Monasterio, si bien desde un punto de vista estilístico nos encontramos ante un escultor diferente dotado también de una gran calidad técnica y compositiva. La complejidad con la que trata los pliegues del manto del Pantocrátor, así como el movimiento delicado y expresivo de la figura del apóstol Matías, tan característicos de la mejor escultura románica europea de la época, ponen de manifiesto que nos hallamos ante uno de los grandes escultores catalanes del momento.