Es una de las obras encargadas por el Cabildo para formar parte de un trascoro proyectado dentro de la reforma neoclásica de la cabecera de la Catedral, encomendada a Melchor de Prado en 1754. Como la obra no se llegó a ejecutar, las obras pasaron a otros lugares del edificio.
Inspirada en la Anunciación de Mengs que se conserva en el Palacio Real de Madrid, es una obra que resume las características estilísticas de Ferro, como la precisión en el dibujo y el suave modelado que lo relaciona con la pintura italiana. Sigue un planteamiento piramidal en el que la Virgen aparece arrodillada ante las labores que se ven interrumpidas por la llegada del arcángel san Gabriel, que se dispone al otro lado de una mesa que sostiene un jarrón con lirios, que aluden a la pureza de María. Presidiendo la pieza, Dios Padre y el Espíritu Santo contemplan la escena.
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