Este objeto de cerámica muisca es la tapa de un ofrendatario. El recipiente donde se colocaban ofrendas de figuritas de oro, algodón, cuarzos o esmeraldas iba bajo él, en ocasiones semi-enterrado en el piso de los templos o adoratorios indígenas, y los orificios que vemos abajo permitían amarrar con un cordel el recipiente y su tapa. Por el orificio superior, como en una alcancía de iglesia, se depositaban las ofrendas o “pagamentos” que buscaban mantener el equilibrio del mundo. La figura humana que decora esta pieza es de las más características del arte de la cerámica muisca, por cierto con un lenguaje tan distinto y tan interesante como el del arte orfebre muisca, donde los “tunjos” antropomorfos toman formas planas y triangulares. Más que su mirada esquemática e inquietante, más que su nariguera rectangular de hilos fundidos de oro y cabezas de ave suspendida de su fina nariz aguileña, es su tocado el que le da imponencia a este retrato. Los cordones de arcilla y los círculos y puntos estampados con una caña cortada y un palito representan la suave textura del algodón. Los conquistadores describieron distintos tipos de gorros tejidos en algodón que eran usados por los muiscas. La mayoría eran blancos, pero unos sacerdotes con gorros negros realizaron una ceremonia funeraria para los guerreros muiscas caídos en la primera escaramuza con los españoles, a principios de marzo de 1537. Muchos eran gorros cilíndricos, como los fez turcos o los que usan los actuales indígenas ijka o arhuacos de la Sierra Nevada de Santa Marta. Los más destacados, sin embargo, tenían “aletas” a los lados como este. La efigie de un alto dignatario sentado en un banquito de madera se completa con dos “collares” de laminitas metálicas fundidas en serie, que los muiscas usaban cruzados sobre el pecho y la espalda, y, en la mano derecha y casi oculta, con un arma típicamente muisca, la lanzadera o atlatl. Dos pequeños personajes completan en el frente de la pieza el retrato de la sociedad muisca (atrás tiene dos aves): cada gran cacique aliaba a numerosos caciques y jefes de linaje pequeños, y éstos a infinidad de agricultores y comerciantes, para conformar la poderosa sociedad que encontraron los europeos a su llegada al centro de la actual Colombia. EL
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