El elefante asiático es uno de los primeros ejemplares naturalizados de Europa. Fue uno de los cuatro elefantes que tuvo el rey Carlos III, al que le gustaban mucho estos paquidermos porque le parecían muy inteligentes. Este ejemplar, regalo del gobernador de Filipinas, fue embarcado vivo en Manila (Filipinas), desde donde viajó por mar hasta Cádiz, y de allí a Aranjuez (Madrid) a pie a lo largo de 42 jornadas. Lamentablemente murió en 1777, cuatro años después de su llegada a España. Tras su muerte, Carlos III solicitó al dibujante y disecador Juan Bautista Brú que lo naturalizase, a fin de exhibirlo en el Real Gabinete de Historia Natural que había sido inaugurado en 1776.