En el siglo XVI, talleres y herrerías humeantes donde se funden metales, herramientas y monedas ocupaban el espacio entre la catedral y la puerta del León y las murallas interiores del Real Alcázar.
A los pocos años este lugar fue elegido para levantar la gran Lonja de mercaderes, imprescindible para la urbe cosmopolita y comercial en que se convierte Sevilla en el siglo XVI. El cabildo catedralicio quedará satisfecho: ¡ya era hora, el Patio de los Naranjos y la catedral no eran lugar para negocios!
Después el edificio de la Lonja acogería el Archivo de Indias, donde se custodia la mayor parte de la documentación histórica de la I Vuelta al Mundo.
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