Ilustración de Arturo Redondo de Sevilla en 1519.
Talleres y herrerías humeantes donde se funden metales, herramientas y monedas ocupan el espacio entre la catedral y la puerta del León y las murallas interiores del Real Alcázar. A los pocos años este lugar fue elegido para levantar la gran Lonja de mercaderes, imprescindible para la urbe cosmopolita y comercial en que se convierte Sevilla en el siglo XVI. El cabildo catedralicio quedará satisfecho: ¡ya era hora, el Patio de los Naranjos y la catedral no eran lugar para negocios! Después el edificio de la Lonja acogería el Archivo de Indias, donde se custodia la mayor parte de la documentación histórica de la I Vuelta al Mundo.