El beato Enrique Susón, dominico alemán, fue un gran místico de la Edad Media. Aquí aparece representado de frente y a tamaño natural, elevando sus ojos al cielo con gesto dulce y sereno. Con un fino estilete graba en su pecho el nombre de Jesús.
El cuadro ofrece la interesante particularidad de su fondo de paisaje. Zurbarán nos demuestra en este caso, su indudable competencia para abordar con maestría la temática paisajística. La claridad compositiva del fondo contrasta con los tonos verdosos y ocres de la vegetación y con el negro del manto y la esclavina que viste el beato dominico. Los pliegues del blanco hábito se resaltan con el claroscuro que define la volumetría del personaje.