Brasero de forma paralelepipédica, sostenido por cuatro patas coronadas con sendos agujeros de los que cuelga una anilla circular. Las paredes están formadas por dos travesaños paralelos por cara, en los que hay remachados motivos de parejas de espirales opuestas que nacen de un eje vertical de extremos lanceolados. Posiblemente, se trata de una tipología de raíz románica, o incluso anterior, extendida por Europa meridional, que se mantuvo en uso durante los siglos XIV y XV, tal y como podemos comprobar a través de numerosas fuentes iconográficas, entre las que citamos la escena de la Natividad del retablo procedente de la iglesia parroquial de Montanyana, pintado por Pere Garcia de Benavarri durante la segunda mitad del siglo XV. Los braseros tenían la finalidad de calentar el espacio litúrgico o de mantener encendido el combustible de los incensarios.