La historiografía mexicana es elocuente al crear nuevos puntos de lectura pero también tiende a enfatizar, quizá con demasiada frecuencia, las rupturas imaginarias en el devenir de los hechos históricos y culturales, mismos que han demostrado formar parte de procesos de discernimiento más complejos. Una suerte de "borrón y cuenta nueva", de renacimientos y renaceres que atañen tanto a la visión de una cultura occidental que se renueva como a la cosmovisión prehispánica de reinicio de ciclos en el tiempo, Así, en la vista urbana de González Serrano también se puede detectar cómo comulgan pasado y presente: el letargo del teimpo y la falacia del progreso, donde coliseos y arquitecturas vernáculas observan la ambiciosa erección de rascacielos entre el divertimento de un juego macabro donde los "aprendices" de la tauromaquia no sólo "torean" a la bestia, sino que libran los embates de la muerte que cabalga junto a ella. De la interacción en los opuestos en dinámicas complementarias, es una frase reflexiva que bien podría aplicarse al ámbito de las estéticas en México, al mediar el siglo XX. Esta obra perteneció a la colección del Sr. Carlos León, importante periodista contemporáneo de González Serrano.
Cfr. a Ana Isabel Pérez Gavilán, "Utopía y realidad. La ciudad de la plástica (1902-1949)" en el catálogo del Museo Nacional de Arte. Modernidad y modernización en el arte mexicano: 1920-1960</<a>i>. México, Instituto Nacional de Bellas Artes, 1991.