Tras mudarse a París en 1946, el estilo de Otero, que anteriormente se había definido por sus paisajes luminosos, comenzó a evolucionar dramáticamente conforme comenzó a experimentar con un estilo moderno, cubista a través de naturalezas muertas de jarrones y de cafeteras, como se observa en Cafetera azul. En obras subsiguientes, el espacio tridimensional fue progresivamente reemplazado por la interacción de líneas y colores sobre un fondo plano (véase la pieza Sin título). El dominio de estos nuevos elementos vio su apogeo en su serie de Coloritmos, que comenzó en 1955. Estas obras fueron compuestas de bandas verticales de colores contrastantes de manera tal que produjeron la sensación de vibración sobre el plano bidimensional.
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