Los grupos que habitaron la cornisa cantábrica durante el Magdaleniense inferior transformaron diferentes materias primas, como conchas, huesos y piedras en objetos de adorno personal. Con técnicas como la abrasión, el serrado o la percusión, dieron forma a estos materiales hasta conseguir colgantes tan perfectos como esta pequeña piedra que ha sido pulida, y posteriormente perforada, imitando a un canino atrofiado de ciervo. Estos dientes de pequeño tamaño y redondeados fueron muy apreciados durante este periodo para la fabricación de colgantes.