Juego de candeleros de altar cuya tipología de astil de figura responde al modelo simplificado del otro par de candeleros de la colección del Museo, acortando en este caso el balaustre, que se reduce a la figura angelical. Al mismo tiempo, el gollete se prolonga y estrecha para culminar en un cuerpo liso y semiesférico sobre el que apoya sus pies el repetido soporte antropomorfo. La configuración de copa y basamento, y la decoración, a base de espejos enmarcados por diseños de tornapuntas, resultan prácticamente idénticas en ambos juegos de candeleros. De forma parecida, el modelo también fue cultivado en Oaxaca como revela un par de candeleros en una colección particular mexicana, con ángel en el astil según la variante estandarizada en sus talleres[1], y otra pareja con las ánimas del purgatorio como soportes[2].
Con faldas y sobrefaldas y escote cuadrado, la escultura del ángel militante asume aquí, sin embargo, nuevas formas, con diadema sobre la cabeza con una cruz marcada y brazos en posición marcial en lugar de la estereotipada postura en alto. A diferencia de la pareja precedente, sus amplias alas proporcionan dos puntos de apoyo adicionales a la copa superior, de modo que la escultura carga su peso con mayor soltura y sin aparente esfuerzo o rigidez.
Pareja originalidad ofrecen las tres patitas fundidas sobre las que se eleva el pie. En forma de medias figuras antropomorfas, sin brazos y con prolongación inferior en tres hojas de acanto, estos hermes o términos monstruosos, de ascendencia manierista, conocieron en la platería novohispana y especialmente en la poblana fecunda interpretación y variada aplicación.
Por todo ello, se les ha asignado la misma cronología y origen que a la otra pareja de candeleros pertenecientes a esta colección. Además de carecer de marcas, regla general de la platería angelopolitana, ambos juegos adolecen de la misma tosquedad y rigidez de ejecución, propia de un taller popular y artesano. Pese a ello, presentan evidente interés tipológico al presentarnos un modelo de candelero de altar netamente representativo de los talleres poblanos, del que paradójicamente sólo hemos localizado hasta el momento estos ejemplares. Aunque en México, Oaxaca y otros centros novohispanos también se hicieron custodias, cálices o candeleros con ángeles atlantes en el astil, fue en Puebla donde este tipo de soporte angelical adquirió, por sus connotaciones urbanas y simbólicas, su expresión más definida y emblemática.
[1]. Coincide así su estereotipo con el modelo angelical que muestran la custodia de Cumbres Mayores (Huelva), fechada en 1700-1715, o la de San Jerónimo Otla (Oaxaca). Cfr. Heredia Moreno, 1980: tomo I, p. 297, fig. 336, y tomo II, p. 106; Palomero Páramo, 1992: pp. 56-57, nº 2; y Leo Martínez, 2011.
[2]. Cfr. AA VV, 1994: p. 42, nº 88, y p. 44, nº 86.
Fuentes:
AA VV, La Platería Mexicana, México, INAH, 1994.
Heredia Moreno, María del Carmen, La Orfebrería en la provincia de Huelva, Huelva, Diputación de Huelva, 1980.
Leo Martínez, José Andrés de, “… Al servicio del culto divino. La custodia novohispana en Oaxaca”, 2011. (En vías de publicación).
Palomero Páramo, Jesús, Plata labrada de Indias. Los legados americanos a las iglesias de Huelva, Huelva, Patronato provincial de Huelva del Quinto Centenario, 1992.
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