Su cubierta está elaborada con textiles, en específico con carpetas tejidas a mano, sumadas a otros manteles que el artista recibió como obsequio para la misma. Esta instalación escultórica es una analogía al catafracto (del latín cataphractus, y este del griego, katáphraktos, de ‘totalmente’ y ‘cubierto, protegido’).
A través de la paradoja de construir una armadura con delicadas manualidades, esta pieza plantea vulnerar las corazas del ser autónomo y soberano, las que obstaculizan un desarrollo de la capacidad creadora, como bloqueos emocionales, preceptos aprendidos o heredados que atrapan la verdadera manifestación del ser, imbuida en capas.