El proyecto de la actual catedral de Lugo tiene sus orígenes en el año 1129, momento en el que durante el mandato de del Obispo Pedro III se encarga al maestro Raimundo la construcción de un edificio románico. Prácticamente desde sus inicios, la catedral fue sometida a numerosas reformas y ampliaciones tanto en época medieval como moderna y neoclásica, dándose por concluido su proyecto con la construcción de las torres de la fachada occidental en 1880. El resultado es un armonioso conjunto arquitectónico de épocas y estilos que se manifiestan tanto en su estructura como en los elementos decorativos del interior. Románico, Gótico, Renacimiento, Barroco y Neoclasicismo se funden en un único edificio cuyo entorno, contiguo a la muralla romana de Lugo, constituye el punto neurálgico del patrimonio mundial lucense.