Aunque fue en España donde cultivó con mayor profusión y personalidad el género del retrato, Serrano lo trabajó ya en su periodo americano a través de creaciones en las que predominaba el tono academicista, como se puede observar en esta Cabeza de niño que, sin embargo, no dista tanto de las dedicadas a niños dentro de la serie de las Interpretaciones al retrato ya en España al no aplicar en ellas el tratamiento expresionista que sí se veían en los protagonizados por adultos. Sus rasgos son captados con delicadeza pero sin sentimentalismo ni los convencionalismos asociados a la representación de un niño, de ahí el gesto cabizbajo y la manera en cómo surge su cabeza de la base de escayola que, al mismo tiempo parece evocar la propia anatomía infantil.