Cuando, a fines de la década de 1940, Lygia Clark se trasladó a Río de Janeiro y comenzó a estudiar pintura, la ciudad no era todavía el epicentro del arte de vanguardia en que se convertiría algunos años después. Clark se instaló en la ciudad carioca y comenzó a tomar clases de pintura con Zélia Salgado y Burle Marx. Ambos eran autores fuertemente implicados en la geometría y el cubismo. En 1953, de regreso en su país, Lygia fue cofundadora del Grupo Frente, del cual también participaron Iván Serpa y Hélio Oiticica, entre otros destacados artis- tas, y que se organizó en torno a la figura del célebre crítico Mário Pedrosa. El fuerte cuestionamiento de la representación figurativa condujo a varios de ellos (incluida Lygia) a sumergirse en una obra abstracta, que paulatinamente se fue volviendo menos geométrica y más subjetiva y los llevó a abandonar definitivamente la pintura en favor del objeto tridimensional. Los “Trepantes”, consisten en planchas blandas de acero que Clark dejaba caer aleatoriamen- te sobre soportes variables (generalmente cortezas de árbol), como si se tratase de organismos vivos en plena acción de trepar. Difícilmente podríamos considerar estas pie- zas como esculturas tradicionales. Cada vez más interesada en la transformación orgánica de sus obras, Clark se convirtió, junto a Hélio Oiticica, en referente del neoconcretismo carioca, piedra de toque del arte contemporáneo brasileño y latinoamericano.
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