Las escuelas de la Sagrada Familia se construyeron para dar servicio a los hijos de los trabajadores de la obra del Templo. A pesar de ser una obra menor es una de las muestras más claras de la funcionalidad gaudiniana y su acercamiento al racionalismo. En ella Gaudí aunó la tradición arquitectónica catalana con la esencia de su geometría reglada. El edificio destaca por ser construido con planos verticales, que se autosustentan gracias a su forma conoidal. La cubierta está inspirada en las formas conoidales de las hojas de muchas especies vegetales, que permiten expulsar el agua sobrante de su superficie, tal como sucede en esta cubierta de Gaudí.