Ignacio Zuloaga y Zabaleta, considerado uno de los grandes maestros de la escuela española de pintura, inició su formación estética —al igual que muchos jóvenes pintores— copiando a Ribera, Goya, Velázquez y el Greco. Descendiente de una familia dedicada a las artes aplicadas, fue el único de su generación en consagrarse a las artes.
En 1890 viajó a París donde forjó amistad con Toulouse-Lautrec, Gauguin, Máxime Dethomas y Degas. A partir de este viaje estableció una dinámica profesional que le permitió trabajar entre Madrid y París durante el resto de su producción artística. Dama en un café frente al Moulin Rouge, París forma parte de la etapa temprana de Zuloaga y Zabaleta, en la que practicó el puntillismo y el impresionismo. La obra plasma cómo la luz de invierno atenúa a la ciudad de París y a sus edificios indefinidos entre la niebla, sin reparar en la identidad de la mujer que mira hacia fuera a través de la ventana. Frente a la modelo, del otro lado de la mesa, hay una silla vacía en la que parece haber estado alguien, como lo sugieren una copa larga y una jarra. La mujer no ve al espectador y el espectador no puede ver el rostro de la mujer, la obra es un juego de ausencias que están o estuvieron presentes.