Paisaje orientalista en el que aparece, dominando el centro de la composición, una caravana de nómadas viajeros, formada por dos hombres sobre camellos, seguidos a pie por un grupo de mujeres, vestidas con túnicas y cubiertas con manto, con un niño, y otros hombres barbados, vestidos con túnica y turbante. Las mujeres portan jarras cerámicas sobre sus cabezas para transportar el agua.
Este tema es poco frecuente en la pintura de asunto orientalista ya que representa un árido desierto frente a los fértiles oasis o a las concurridas ciudades musulmanas que constituían la temática habitual. Obra de gran vivacidad, donde predominan los tonos cálidos, sobresaliendo la gama de los amarillentos y terrosos, junto con los anaranjados, para describir la atmósfera del desierto.
Este lienzo, realizado en torno al año 1863, responde a la estancia que pasó Lameyer en Marruecos, coincidiendo con Mariano Fortuny, para pintar los tipos y sus pintorescas indumentarias, las costumbres, las ciudades y las formas de vida de la población marroquí y la peculiar luz del norte de África. Lameyer en su viaje por Marruecos, recorrerá las ciudades de Tánger y Tetuán. Las experiencias vividas en estas tierras, le servirán para plasmar diversos dibujos y lienzos, como el conservado en el Museo del Romanticismo, "El interior del harén" (Inv. CE7168). En estos viajes, Lameyer, también hizo acopio de objetos exóticos como sarcófagos egipcios o escarabajos de piedra.
En la producción pictórica de Lameyer destacan tanto las escenas orientalistas, como la temática histórica, los retratos, las escenas religiosas y, sobre todo, el costumbrismo. Francisco Lameyer, junto con Leonardo Alenza y Eugenio Lucas, forma parte de la llamada escuela costumbrista madrileña. En su obra se aprecian influencias y semejanzas formales con la obra de Francisco de Goya, Leonardo Alenza y su admirado Eugène Delacroix.
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