Reproducción de una muñeca articulada de época romana. Es de barro cocido y las cinco partes que la componen (cabeza + tronco, dos extremidades superiores y dos inferiores) han sido moldeadas a mano de manera independiente. Los brazos y piernas se unen al tronco mediante cordeles de algodón enhebrados en orificios practicados en la arcilla blanda, lo que permite la articulación de sus miembros. Está vestida con un quiton (túnica de dos piezas cosidas por los laterales y unidas sobre los hombros con imperdibles o botones, como en este caso) de color negro, sobre el que viste la estola de color azul claro ceñida a la cintura con un cordel a modo de cinturón. Su rostro es ovalado y en él se han detallado sus rasgos mediante incisión y excisión sobre la arcilla fresca: nariz larga, arcos superciliares muy marcados, boca de labios gruesos esbozando una sonrisa y salientes párpados entre los que se observa el vaciado destinado a una incrustación decorativa a modo de iris. Posee sus cabellos peinados de manera simétrica y recogidos en un moño sobre su nuca. Las manos, los pies y el tronco (no sexuado) han sido moldeados de manera muy simple, en los primeros apenas diferenciando el dedo pulgar del resto. No presenta policromía.
El uso de las muñecas como juguetes de niñas ya se documenta en la cultura egipcia y griega. También la aparición de figuritas femeninas en el mundo romano es abundante, tanto de muñecas articuladas como de estatuillas rígidas. Ambas pueden estar realizadas en hueso, ámbar, marfil y madera, aunque por cuestiones de conservación son más numerosos los ejemplares de figuras en terracota, rígidas, de menor tamaño y de iconografía variada. La mayoría de las estatuillas y muñecas romanas que se conocen se han recuperado de ajuares infantiles en contextos funerarios, por lo que han sido identificadas como ofrendas a las niñas fallecidas o a muchachas doncellas. En el caso de las muñecas, suelen estar claramente sexuadas, con el rostro detallado y los cabellos peinados y, aunque aparecen desnudas, vestirían ropajes acordes con la edad y condición social de la niña propietaria. En algunos casos hay evidencia de su uso como marionetas y de policromía.
Respecto a la cronología de los ejemplares romanos, si bien ya existían desde el siglo I d.C. y se pusieron de moda en el siglo II d.C., la mayor parte proceden de contextos funerarios de necrópolis tardorromanas datadas entre el siglo III y el IV d.C. Algunos ejemplos de muñecas articuladas son las cuatro de hueso y una de ámbar de Ontur (Museo de Albacete), la muñeca Massimo, de marfil policromado (Museo Nacional Romano de Roma), la niña de ébano (Museu Nacional Arqueológic de Tarragona), cuatro muñecas de barro de Ampurias (Museo de Barcelona y Museo de Gerona) o las piezas aisladas de terracota procedentes de muñecas articuladas, como la procedente de Córdoba (Museo de Córdoba) y las recuperadas en diversas necrópolis gaditanas (Museo de Cádiz).
Puede también verse una cabecita de mujer de terracota, de características similares, en el Museo de Calatayud.
¡Todo listo!
Tu primer Culture Weekly llegará esta semana.