Entre 1957 y 1959, al mismo tiempo que trabajaba las Quemas, Serrano realizó el Drama del objeto donde reflexionaba en torno a la ocupación del espacio desde una propuesta artística de marcado expresionismo. En palabras de Serrano, el Drama del objeto plantea “(...) una situación conflictiva entre el cuerpo del objeto y su vacío. (…) Por una parte, un deseo de orden, por otra un deseo de destrucción en busca de otro orden. Para mí, el crear obedece siempre a estas dos fuerzas, ordenativa y destructiva en ritmo acelerado, en estado alerta y permanente con el vivir peligrosamente donde el acierto puede ser un desacierto” El resultado era esta escultura formada por un cubo de latón abierto por la mitad, rasgado en tres de sus caras, dejando a la vista el interior del mismo, desde el que salen una barras metálicas que actúan como una proyección en el espacio de las principales líneas que dibuja el cuerpo geométrico.