La figura alada de san Rafael Arcángel se exhibe en un espacio intemporal rodeada de nubes y posada sobre una de ellas, que parece más oscura y compacta que las demás, casi como si fuera una roca. Su cabeza ligeramente inclinada a su derecha y la mirada dirigida a las alturas, junto con la diestra colocada suavemente sobre el pecho, le dan un aspecto de recogimiento; la mano izquierda lleva un bordón de peregrino y un pez; mientras que la posición de las piernas da la idea de estar en marcha.
Su atuendo le da un grácil aspecto, al usar géneros de tonos suaves y de una vaporosa ligereza, tanto en los vestidos como en el manto; otros elementos que contribuyen a este aspecto etéreo son las sobrias sandalias de listones azules atados y entrecruzados hasta media pantorrilla y la capa, guarnecida con dos conchas, reducida a su mínima expresión, como para no obstaculizar el airoso vuelo de las telas. Sus alas de un gris verdoso están coloreadas en los bordes superior y exterior con un rojo ligeramente más intenso que el tono de sus vestiduras.