Lucas Cranach, el Viejo, fue grabador, xilógrafo, pintor y también impresor. La mayor parte de sus obras religiosas expresan las concepciones del protestantismo luterano –como el mal que habita en el mundo, representado en esta bella tabla por medio de la serpiente con orejas, símbolo del que todo lo ve y lo oye–.
La devoción del artista por el cuerpo humano lo llevó a pintar desnudos llenos de sensualidad. El maestro representó a san Juan y a Jesús niños, en diversas ocasiones. En la obra, Jesús sostiene el Tao –alegoría del axis mundi, que vincula al cielo con la tierra y el Infierno–. El Bautista, cubierto con una piel de camello, símbolo de su predicación en el desierto, lo señala como el redentor que vence a la muerte y al mal.
La calavera, el león con cuernos y la sierpe yacen a los pies del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, como Jesús fue bautizado por san Juan.
Con un dragón como monograma, Cranach firmó esta obra, al lado de la rodilla derecha del Mesías. En palabras del investigador Alfonso Pérez Sánchez, la composición fue trabajada en repetidas ocasiones por el artista –como la que resguarda el Museo Lázaro Galdiano de Madrid–, e inspiró esta variante de Museo Soumaya, en la que el alargamiento de las figuras y las carnaciones más intensas dan cuenta de la última etapa artística del maestro.
El óleo perteneció al Museo Wallraf- Richartz de Colonia (inventario n°391, 1936), y ante la invasión a la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército nazi lo trasladó a la embajada alemana en Londres. Formó parte de distintas colecciones europeas hasta que en 1996 fue adquirido por Museo Soumaya.
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