En 1958 Oteiza inicia sus "obras conclusivas", caracterizadas por ser signos espaciales despojados de materia, con una fuerte presencia geométrica, y considerados como ejemplos de escultura protominimalista. El escultor razona el vacío que constituye estas piezas como un punto de llegada y la señal de que un proceso ha terminado y otro comienza. Realizada en 1958, Caja metafísica por conjunción de dos triedros. Homenaje a Leonardo forma parte del conjunto de obras conclusivas que culminan la fructífera trayectoria artística de Jorge Oteiza. Estas obras constituyen el núcleo experimental de su trabajo y el de mayor importancia y repercusión en el contexto de la escultura moderna. Aunque experimentó con diversos cuerpos geométricos, el artista encontró en el cubo la solución a la problemática de su investigación: la definición de un espacio vacío que pudiera llenarse de energía espiritual. Las cajas metafísicas, de las que esta obra es un magnífico ejemplo, generan un espacio misterioso y oscuro en su interior y, al ser colocadas sobre una base de mármol o piedra, contribuyen a generar la sensación que buscaba el artista: la de un espacio sagrado.
Caja vacía con gran apertura, 1958, pertenece a esta última gran serie, específicamente a sus Cajas vacías, y representa un ejemplo muy sutil de Caja, en la que el espacio y las formas fluyen mucho más que en otras piezas de la misma serie.