El estilo de la escultura mexica de bulto se asemeja bastante a dos estilos del Posclásico temprano, aparentemente distantes pero con vínculos importantes: el tolteca y el huasteco. Los tres estilos coinciden en un tratamiento de la forma que permite usar trazos más esquemáticos en algunos aspectos o partes de la figura y acentuar el naturalismo en otras partes. Es común el tratamiento esquemático de las piernas, de forma casi geométrica, como dos prismas, y un mayor detalle naturalista en el rostro y otros detalles de la figura, que le dan expresión; así ocurre con esta escultura.
El culto al dios Xipe Tótec no es exclusivo de la cultura mexica pero sí fue especialmente importante en la capital tenochca y en algunas ciudades bajo su dominio, como Castillo de Teayo. Xipe Tótec, que se podría traducir como “nuestro señor el desollado” era un dios relacionado con la renovación de la vegetación en la primavera; el culto que se le daba incluía un impresionante ritual de desollamiento. A las víctimas sacrificiales destinadas a su culto, se les retiraba la piel completa, una vez muertas, más o menos desde la altura de los muslos o rodillas hasta lo alto de la cabeza. La ejecución correcta del desollamiento debe haber estado en manos de sacerdotes altamente especializados.
Durante las fiestas dedicadas a Xipe, algunos sacerdotes se vestían con las pieles de quienes habían sido sacrificados, y pasaban varios días con estas pieles puestas, hasta que concluían las mismas y esas pieles postizas eran enterradas en el interior de cuevas; así, los sacerdotes de Xipe tendrían un aspecto similar al de esta escultura. En realidad, frente a muchas de las imágenes del arte mesoamericano nos hacemos la misma pregunta: ¿representan a dioses o bien a sacerdotes vestidos con los atributos del dios?
En el fondo, la diferencia es sutil, y tampoco es tan importante; tanto los sacerdotes, durante el ritual o el ciclo festivo, como las imágenes, encarnan y atraen a sí mismos atributos y cualidades del dios. Cuando los personajes de carne y hueso o las figuras entran en acción, con motivo de la celebración correspondiente, se activa una fuerza sagrada en ellos, son habitados por la sustancia del dios al cual se rinde culto en ciertos momentos o en ciertos días del año.
En la escultura podemos ver dos cuerpos humanos diferentes: es decir, un cuerpo completo, que está debajo, y la piel y algunos tejidos del cuerpo de un sacrificado. Las piernas corresponden íntegramente a la figura humana que sirve como soporte; a partir de los muslos lo que vemos es la piel del sacrificado, hasta llegar al cuello. Luego, la piel de la cabeza del sacrificado, como si se tratara de una máscara, cubre el rostro de la figura humana subyacente. En el cuerpo sobresalen dos elementos adheridos a la piel del sacrificado pero que cuelgan, por la imposibilidad de que la figura humana (en la vida real, el sacerdote) los enfunde: se trata de los genitales y de las manos, que se dejan colgando ostensiblemente. En el cuello se perciben unas líneas que explican porqué el disfraz de piel tenía que ser dividido en dos partes para separarse y manipularse.
En la escultura se ha hecho énfasis en las cavidades de la boca y de los ojos, lo cual nos indica que se trata de una “máscara”, que hay una cosa debajo de otra. Lo mismo ocurre en la parte superior de la cabeza, un mechón de pelo de la persona subyacente emerge en la parte central, allí donde ocurre la unión debido al corte que se practicó para retirar la piel del sacrificado. Es Xipe Tótec, dios de la primavera, y patrono de los orfebres.
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