Las dos pinturas conforman un retrato familiar seguramente destinado a la sala de recibo de la casa. El hecho afortunado de que el Museo Arocena las conserve y exhiba juntas, resulta excepcional para entender su factura como pendant (en pareja).
Como efigie de un individuo, el género del retrato no solo requiere mostrar el parecido físico, sino que también es una proyección de la posición social para la posteridad. La fórmula más eficaz para lograrlo había sido establecida desde mediados del siglo XVI por artistas en contacto con la pintura italiana. La estilización y pomposidad en los detalles, el cortinaje, el escudo de armas y los grandes pedestales que sirven de arranque a las columnas, son signos retóricos a los que acude el artista para formalizar el estatus de estos personajes orgullos de su linaje. Emulan una tendencia cercana a la elegancia estudiada de los modelos franceses entonces de moda.
Los personajes vivieron en Gante, ciudad flamenca con una amplia tradición pictórica desde la época medieval. Flandes pertenecía a los Países Bajos del Sur que en el siglo XVII permanecían como parte del Imperio español bajo la dinastía de los Habsburgo. Estas provincias se administraban conforme a un sistema conciliar de gran autonomía con participación de grandes señores y juristas flamencos que participaban en el aparato político del imperio. Jean-Baptiste d'Hane fue Consejero del Consejo de Flandes, por lo que en su retrato se evidencian los vínculos reales por medio de la carta que sostiene en su mano. Su esposa es Marie-Anne Nieulant, nacida el 19 de noviembre de 1625 y casada el 1 de abril de 1653 con Jean-Baptiste d'Hane, Seigneur de Paridaen, Nieulande, Lusbeke y Vrybusch, nombrado Caballero el 3 de septiembre de 1659 y muerto el 2 de enero de 1689.
Su hijo, Jean-Baptiste, lleva sombrero de ala caída, con una banda frontal acolchonada que servía para proteger de heridas en la cabeza a los infantes que empezaban a caminar. Un gesto de cuidado característico de los padres flamencos y holandeses, preocupados por el óptimo crecimiento de los pequeños. También lleva un vestido muy común para Niños y niñas de esta edad, así como la banda con una espada de juego. Normalmente los Niños se pintaban con el padre y las niñas con la madre; probablemente en este caso se representó de lado materno al no haber aún otros hijos.
Portan vestimenta característica de mediados del siglo XVII, como la preferencia por el color negro, muy apreciado en una región productora de paños de lana bien teñidos. La gorguera se sustituye por el cuello plano que cae sobre los hombros. El peinado femenino con bucles hacia los lados, la gargantilla y los aretes, responden también a la moda de la época, con un gusto que se afrancesaba cada vez más. Podría tratarse de copias posteriores de los originales realizados por un pintor flamenco activo en la década de 1660, fecha reproducida en la parte inferior del escudo de armas.
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