Constante viajero, Sorolla itineró toda su vida tanto por territorio español como por las principales capitales europeas. Durante sus viajes a Estados Unidos, con estancias en Chicago y Nueva York, debió de quedar impresionado con sus edificios. Los rascacielos ofrecían, precisamente al pintor que fundó toda su vida en la mirada y los pinceles, un nuevo punto de vista, un nuevo ángulo desde el que examinar la realidad. Y se trata de un ángulo fuertemente picado, un enfoque de arriba a abajo que por la altura del edificio multiplica la perspectiva en distancia respecto a lo que ya era muy habitual en su pintura, influida por lo que podríamos denominar la "mirada fotográfica" del artista valenciano.
Es imprescindible hacer notar el impacto de la fotografía en la pintura de Sorolla. Su afición al nuevo medio desde muy joven configuraría en el pintor una peculiar forma de acercarse a la realidad y trasladarla al lienzo, cierta sensibilidad y esa especie de "mirada fotográfica" que influiría no sólo en aspectos como la composición o el encuadre de muchos de sus cuadros, sino también en inquietudes fundamentales de su actividad pictórica como el constante afán de instantaneidad o el permanente interés por la captación del movimiento fugaz y del huidizo efecto lumínico.
En este gouache vemos al pintor trabajando desde la ventana de su habitación en el Hotel Savoy de Nueva York, con una vista sobre la Quinta Avenida. Con rápidas pinceladas capta sobre el cartón la vida urbana cargada del dinamismo que la caracteriza y protagonizada por los automóviles que circulan por la calzada. En ellos Sorolla reconocía sin duda los signos de la "vida moderna". El resultado es una obra que se inscribe plenamente en la modernidad, por estilo y por tema. El paralelismo con importantes obras impresionistas es evidente (Caillebotte, Pisarro.) Son muchas las escenas de calles y plazas parisinas que inevitablemente nos recuerda este gouache de Sorolla. La inmersión y coincidencia de Sorolla con el espíritu de su época se muestra plena en obras como esta. A ese espíritu moderno responde también la propia intrascendencia del tema y el aspecto de momento casual de la escena, sin más pretensión que la de captar una "toma" de la vida ciudadana, una estampa urbana marcada por la velocidad de la nueva máquina y la conquista de nuevos horizontes, nuevos avances que se materializan por ejemplo en la altura de unos edificios que debieron sorprender al pintor con ángulos nuevos de acercamiento a la realidad.
Esta obra presenta además el interés añadido de mostrarnos la imagen complementaria de un "Sorolla urbano" que se prodigó poco en sus grandes lienzos pero cuyas manifestaciones abundan en su obra gráfica y en sus pequeñas notas de color.
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