Jan Brueghel I fue un especialista en la pintura de flores. Si bien pintó paisajes y otros motivos, encontró en este tipo de naturalezas muertas uno de sus temas más importantes. A la gran habilidad que tuvo para armar esos ramos hay que sumarle un quehacer minucioso basado siempre en el trabajo a partir de la realidad.
Sobre una mesa en la que se ve una rama con azahares a la izquierda y algunas pequeñas florecillas y una vaquita de San Antonio a la derecha, se apoya un vaso de porcelana blanca y azul de cuerpo esférico y alto cuello. Perteneciente al período Wan-Li, se conoce con el nombre de kendi, está decorado con guardas que forman recuadros donde se ve ramas en uno y una langosta en otro; en el cuello hay un pájaro posado en terreno. Las flores forman un colorido ramo en el que se destacan seis tulipanes de variadas formas y colores, una rama de junquillos y tres grandes rosas, junto a un follaje formado por pequeños pimpollos blancos y rosados, nomeolvides y jazmines blancos y las hojas de estas floraciones entre las que sobresalen las de los rosales. Sobre los junquillos se ha posado una pequeña mariposa blanca. Las vistosas flores se destacan contra un fondo oscuro.
Con cuidadosas pinceladas, el artista define los pétalos de cada una de las flores mezclando a veces empastes generosos de materia con raciones más leves y disueltas, o usando ligeras veladuras que le permitirán lograr superficies traslúcidas como sucede en la realidad de la naturaleza con los pétalos de algunas flores o las hojas de ciertas plantas. También se preocupa por la representación de los reflejos de luz, en este caso sobre el vaso chino, que muestra una gran mancha blanca en el centro de su cuerpo.
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