A finales del siglo XVIII se consideraba que la finalidad de un viaje consistía en tener la oportunidad de conocer las costumbres, gustos, arte, ciencia, industria y, en general, el conocimiento de otras naciones y pueblos.
James Cavanah Murphy (ca. 1760-1814) fue un arquitecto, topógrafo y artista irlandès que, sintiendo que su arte estaba poco valorado en Inglaterra e influenciado por escritores y artistas que habían viajado a Andalucía con el espíritu antes dicho, en 1802 se fue a Cádiz y, desde allí, hizo desplazamientos a Málaga, Sevilla, Córdoba y Granada. Pasó siete años viviendo en España analizando la arquitectura andalusí y la cultura andaluza reinante en aquel momento. En Granada visitó la Alhambra. Tomó medidas de diferentes espacios y realizó múltiples dibujos que reproducen espacios singulares alhambreños así una buena cantidad de detalles ornamentales del monumento nazarí. En 1815, un año después de su fallecimiento, fueron publicados dos volúmenes de su obra The Arabian Antiquities of Spain y noventa y ocho láminas con dibujos.
Los dibujos que realizó reflejan frialdad, poca autenticidad y comprensión, convirtiéndose en una caricatura del Arte Nazarí. Según Leopoldo Torres Balbás:
«Las láminas de la obra que publicó muestran aún más incomprensión en la interpretación de las decoraciones musulmanas que los neoclásicos españoles. Parece que su lápiz se niega a seguir las curvas graciosas de los ornamentos florales y los festones repetidos de los arcos; sus dibujos son fríos, sin espíritu, falsos. Excelente ejemplo nos proporciona el grabado en el que reproduce el friso de madera y el alero de la galería del Patio de los Leones. Titúlalo Murphy entablamento, y fuerza en él el dibujo, interpretándolo con falsedad, para hacernos recordar lejanamente una ordenación clásica».
El grabado Fuente en el Patio de los Leones, Alhambra muestra la famosa Fuente de los Leones. La decoración de los paños de yeso que hay sobre las columnas del patio son un ejemplo de lo afirmado por Torres Balbás. Si bien se intuye la decoración en rombo, sebka, hay un vago indicio de la epigrafía que figura en sus cartelas. Tampoco se reconocen lo atauriques o decoración vegetal. No hay rastro de la madera que sirve para rematar el paramento vertical. Llaman mi atención los cuerpos atléticos de los leones y la doble taza de la fuente que lanza hacia el cielo un gran chorro de agua. El cielo se convierte en su recipiente, por lo que el color de esta agua es Alhambra azul celeste.
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