Desde niña, Frida estuvo cerca de la fotografía. Solía acompañar a su padre, Guillermo Kahlo, un reconocido fotógrafo alemán de ascendencia húngara, y lo ayudaba con el retoque de placas fotográficas en el cuarto oscuro. Este valioso archivo que contiene más de 5,000 imágenes, ocultas durante muchos años junto con dibujos, relatos, vestidos y medicamentos, es el producto de la perseverancia de Frida, ya que son piezas en las que ella trabajó, disfrutó y atesoró. Refleja claramente cuáles fueron los principales intereses de la artista a lo largo de su turbulenta vida: su familia, su amor por Diego y sus otros amores, su dañado cuerpo, el arte, la política y la ciencia, todo envuelto por la gran pasión que sentía por México y todo lo mexicano. Frida atesoraba los viejos retratos de su familia, tanto del lado materno como del paterno, y también los que Don Guillermo tomó de ella, su madre, sus hermanas y sus amigos cercanos. Los autorretratos se destacan en este grupo, que fueron los que tomó el padre de Frida desde que ella era muy joven y durante su vida.
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