En González Serrano la temática del paisaje se libera de los confines de su naturaleza imitativa y en cambio es prolífica a crear universos imaginarios, cuyos elementos siempre están en íntima correlación. A partir de los años cuarenta su obra adquiere mayor consistencia en los elementos discursivos, evadiendo la estrechez narrativa que tan fácilmente los críticos argumentan como onírica. El mundo pictórico de González Serrano es, como el de Frida Kahlo, unipersonal y real, no pertenece mayormente al ámbito de los sueños, quizá sí al de los pasajes autobiográficos que, por desconocidos, nos resultan crípticos. Encuentro en la pieza Desde el balcón cierta similitud con el tratamiento técnico que Max Ernst daba a sus paisajes en las composiciones de los años cuarenta, ese efecto minucioso de lo orgánico logrado con el frotagge y un fino pincel de empastes. Sabemos que González Serrano viajó y expuso en los Estados Unidos, sobre todo en California, por lo que el paradero de gran parte de su obra es desconocido, lo que a la fecha ha dificultado su conocimiento tanto de los especialistas como del gran público.
Cfr. Ida Rodriguez Prampolini. El surrealismo y el arte fantástico de México. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1969.