Esta obra de grandes dimensiones representa un tema cotidiano, el pan, que trabajará Pablo Serrano a partir de 1978 en la serie “Pan partido y compartido”. Supone una continuación tanto formal como conceptual de sus “Unidades-yunta”, formas abstractas que, a modo de puzzle, encajan y se integran en una sola pieza como metáfora de la necesidad de dar y recibir amor, de unirse a otros seres humanos. El pan, como alimento de la humanidad, es un elemento de unión, “como un símbolo, como un medio de entendimiento entre las gentes”. Pablo Serrano dirá: “El Pan Partido y compartido significa todo eso que yo buscaba, simplifica comunicación y significa reflexión interior, conocimiento de sí mismo y trabajo.” Todas estas ideas entroncan con la fuerte preocupación humanista que impregnan la totalidad de su obra, en este caso supone una de sus series finales ya que sus últimos “panes” datan de 1982.