En Extremadura, hacia el sudeste de la península ibérica, comunidad fronteriza con Andalucía, Portugal y Castilla, el pueblo gitano encuentra y desarrolla una forma de vida estable—la cría del ganado, fundamentalmente caballar—siendo su asentamiento definitivo en este territorio a lo largo de todo el siglo XIX.
Los gitanos extremeños han aportado al flamenco una enorme variedad de formas estilísticas de cantes señeros: tangos, jaleos y fandangos. Pero también han aportado voces indiscutibles como Porrina de Badajoz y toda la saga de los Salazar, El Niño de Fregenal, José Pérez de Guzmán, pasando por El Indio Gitano, Enrique el Extremeño, Guadiana, o La Marelu, hasta llegar a los actuales: Miguel de Tena o Pedro Cintas.
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