La obra relata ocho momentos del día reflexionando sobre las ciudades horizonte, de borde, de río.
Son puntos de inflexión que modifican el paisaje y el espacio de manera silenciosa, posicionándonos al infinito, al río o la pampa. Por momentos acorralados de tanta tierra y tanta agua.
Son puntos de inflexión que modifican el espacio texturizándolo y llenándolo de «ruido», de concavidades o convexidades, de llenos y vacíos.
La obra piensa y reflexiona sobre el tiempo, sobre el paso del día en el litoral, en el humedal, en la humedad. Contempla y encuentra en tan extenso territorio los intersticios posibles para escapar por la tangente del horizonte.
Este paisaje se compone por la suma de varias técnicas superpuestas como el modelado orgánico 3D (donde se diseña polígono por polígono) y la pintura digital.
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